USA en Chile: La CIA y La ONI, financista del grupo terrorista Patria y Libertad

(www.paginadigital.com.ar)

Una araña suele despertar reacciones extremas, ya sea de temor o fascinación. De la misma forma, resulta difícil encontrar en Chile a una persona mayor de 30 años que observe con absoluta indiferencia el símbolo de Patria y Libertad. Con un innegable parecido a un estilizado arácnido o a la swástica del nazismo, el ícono utilizado por el movimiento más beligerante que enfrentó al gobierno de la Unidad Popular sigue despertando opiniones y sentimientos contrapuestos.
Consciente de la carga que tiene para el país el movimiento creado en 1970 por el abogado Pablo Rodríguez Grez, el periodista Manuel Fuentes Wendling acaba de publicar sus Memorias secretas de Patria y Libertad (Grijalbo, 1999), con abundante información sobre el grupo de extrema derecha, que él integró en calidad de secretario general de Propaganda.

Se trata de un libro escrito desde la óptica de un ex militante que no se declara desilusionado ni arrepentido de haber pasado por las filas de la facción, reorganizada en 1971 como Frente Nacionalista Patria y Libertad (FNPL)-. Sus juicios acerca de la mayoría de los actores de la época son crudos. Y aunque muchas de esas opiniones están suavizadas por el tono coloquial y el humor simple que se advierte en sus páginas, probablemente su estilo no agrade a variados sectores del país, desde los seguidores del régimen militar hasta la Democracia Cristiana.

De este último partido, se menciona una anécdota que involucra a Enrique Krauss, quien habría pedido ayuda a los dirigentes del FNPL para protegerse de un plan subversivo del MIR que nunca existió. "Sólo busco ser un aporte para los historiadores, entregando antecedentes sobre el justo papel que le correspondió asumir al movimiento en este conflictivo período", aclara el autor.

Una tarea difícil. Mientras para algunos Patria y Libertad era un grupo de jóvenes -mayoritariamente del barrio alto- que en jeans, camisa blanca y zapatillas salió a las calles a combatir el marxismo, premunidos con nunchacos y bombas molotov; para otros se trató simplemente de una asociación sediciosa y terrorista.

Entre los personajes que aparecen mencionados en el libro como cercanos al movimiento están Enrique Campos Menéndez, Jaime Guzmán -quien se hizo cargo del frente juvenil en sus inicios, pero se alejó cuando el grupo adoptó políticas paramilitares-, María Olivia Gazmuri y el empresario Roberto Thieme.

Fuentes Wendling, actual director del semanario Tiempos del Mundo, paradojalmente se convirtió en uno de los primeros censurados del régimen militar. Una versión de sus Memorias secretas de Patria y Libertad, escrita semanas después del 11 de septiembre de 1973, no fue autorizada por la oficina de censura que funcionaba en el edificio Diego Portales. A pesar de que el texto debió circular clandestinamente, su autor no responsabiliza de ello al gobierno de Pinochet. "Creo que quienes censuraron el libro fueron los primeros financistas de Patria y Libertad, es decir, la CIA, a través de sus colaboradores que hacían nata en el Diego Portales", aclara.

El autor de Memorias es de aquellos personajes difíciles de encasillar. Ex militante del Partido Radical, combatió a Allende aún antes de que éste asumiera como Presidente de la República. Celebró la llegada de los militares y participó del régimen, a pesar de que quedó claro que las nuevas autoridades no harían suyo el programa nacionalista. "Las vanguardias, y Patria y Libertad lo fue, siempre se queman porque están en la primera línea de fuego. Los ganadores son aquellos que actuan oblicuamente", afirma.

Critico de la actuación de los organismos de inteligencia del régimen ("al señor Manuel Contreras lo conocí tiempo después y me pareció un tipo mala clase", dijo a Qué Pasa) en la actualidad está convencido de que Ricardo Lagos puede hacer un buen gobierno: "Tiene la oportunidad de transformarse en un nuevo Pedro Aguirre Cerda, siempre y cuando neutralice a los sectores más extremos que lo apoyan".

De figura menuda y temperamento nervioso, Fuentes Wendling continuamente interrumpe la entrevista con el propósito de subrayar que Patria y Libertad nunca fue un movimiento terrorista. Sus Memorias están salpicadas de reflexiones o anécdotas destinadas a desvincular al movimiento de hechos en los que tuvo algún tipo de participación, como el caso del robo de un equipo destinado a interferir la señal 5 de UC-TV en Concepción o los atentados contra oleoductos, en 1973. "¿Dónde están las pruebas?", responde al ser consultado por la responsabilidad del FNPL en las referidas acciones.

Un lugar destacado en el libro lo ocupa precisamente el asalto perpetrado en Concepción, en marzo de 1973, donde resultó muerto un obrero de apellido Henríquez. El periodista revela sabrosos entretelones, por ejemplo, su asombro cuando ve salir a Michael Townley
http://www.tni.org/letelier/pubs/rowrev3.htm de las oficinas del entonces director de Canal 13, el sacerdote Raúl Hasbún http://www.remember-chile.org.uk/
espanol/comentarios/hasbun.htm
. Según su versión, ambos se habían reunido con el fin de planificar la sustracción de unos equipos electrónicos que dañaban la señal de televisión, opositora a Allende.

Fuentes Wendling relata cómo tras la muerte del obrero Henríquez -quien fue inyectado con pentotal por una brigada de Patria y Libertad-, Jaime Guzmán no entregó un mensaje de los abogados de Hasbún para advertir a miembros del movimiento que Investigaciones planeaba detenerlos. "A Guzmán le importaba sólo no involucrarse. Salvar su propio pellejo", anota.

En el capítulo en que describe "El tanquetazo" -como se conoció a la sublevación del regimiento Blindados Nº 2, en junio de 1973-, su autor intenta aclarar cuál fue la real participación del FNPL. Según su versión, los líderes del grupo nacionalista intentaron poner atajo al levantamiento, al que sólo apoyaron cuando los hechos ya estaban consumados. Cierto o no, el "tanquetazo" les costó a los dirigentes de Patria y Libertad el exilio y la clandestinidad.

Fuentes Wendling trata de dar a los acontecimientos una apariencia jocosa, a pesar de su objetiva gravedad. Por ejemplo, en el capítulo en que narra los "chascarros" protagonizados por Mariana Callejas, Townley y un militante de Patria y Libertad en los hechos de Concepción, se refiere al grupo como a "los tres chiflados". A dos oficiales del Blindados Nº 2 que golpearon las puertas del FNPL para sumarlos al alzamiento de junio, en tanto, los bautiza como "el gordo y el flaco".

El mismo autor reconoce que, afortunadamente, el destino del país no estaba en manos de Patria y Libertad.